Semana Santa Molina de Segura 2024. Procesión de Nuestro Padré Jesús Nazareno

21:00 horas. El Cabildo Superior de Cofradías Pasionarias de Molina de Segura organiza la Procesión Penitencial con la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, coincidiendo con la celebración del Viernes de Dolores.

La procesión saldrá desde la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de Molina de Segura y recorrerá las calles del casco antiguo de la ciudad, en el Barrio del Castillo (Pensionista, Benavente, Plaza de Cristo Rey, San Vicente, Vázquez de Mella, Cid Campeador y Juan Sandoval), para terminar de nuevo en la Plaza de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, donde tiene lugar el encuentro con la imagen de La Dolorosa.

La Procesión Penitencial, en Vía Crucis, fue recuperada hace 23 años, tras casi cuatro décadas de ausencia y después de acometerse la restauración de la imagen, que portan los representantes de las cuatro cofradías que integran el Cabildo (Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas, Venerable Cofradía del Santo Entierro, e Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía del Rosario y de la Resurrección).

La procesión va acompañada por el sonido de los tambores de la banda del Viernes Santo y la iluminación de las velas que portan las personas que acompañan el cortejo.

El Nazareno de Molina luce su antigua túnica, restaurada hace unos años por el Cabildo Superior de Cofradías, y es portado en un trono realizado en alpaca plateada.

Tradicionalmente, después de la Procesión Penitencial con la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, tiene lugar, a las 22.00 horas, el traslado de la imagen de la Virgen de los Dolores, desde la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción hasta la Ermita de San Roque. Este traslado, en el que se hace paradas para narrar los “Siete Dolores de la Virgen”, está organizado por la Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas.

La talla del Nazareno volvió a ser restaurada en 2022, en esta ocasión por María Fuensanta López Rosagro, licenciada en Bellas Artes y Geografía e Historia en la especialización de Historia del Arte y máster en Restauración del Patrimonio Histórico.

La imagen de Nuestro Padre Jesús fue encargada a Clemente Cantos en la década de 1940 por la Hermandad del Santísimo de la parroquia de la Asunción, para sustituir la anterior, quemada en la Guerra Civil.

Se trata de una imagen de candelero, estando solamente talladas cabeza, manos y pies. Se ciñe a la iconografía tradicional de Jesús Nazareno desde el Barroco, hecho para llevar túnica, cordonería, cabellera postiza y corona de espinas superpuesta y el pie apoyado en un esquivel.

El Señor está totalmente vencido hacia delante, aplastado por el peso de la cruz, que originalmente era redonda y de gran tamaño, cosa rara entre los nazarenos levantinos. La cabeza está inclinada hacia el suelo pero la mirada, un tanto perdida, busca el cielo. Es un rostro alargado, bello, patético y lleno de ternura, que refleja el sobreesfuerzo que está realizando y lo dramático de la escena, a la misma vez que muestra la pureza e inocencia de la víctima. Tiene un fuerte componente místico y con un estudiado trasfondo psicológico que hace, al que lo contempla, empatizar con su sufrimiento y ayuda a la comprensión del misterio de la Redención.

Su inspiración se puede encontrar en el tipo creado por El Greco a finales del siglo XVI, alejándose del espectro salzillesco que imperaba, ya manido, en la posguerra. Sin salirse de la tradición, la imagen de Clemente Cantos posee aspectos propios de la vanguardia de principios del siglo XX, como el tremendo realismo de la imagen cargada con la cruz, pero sobre todo la policromía, que gracias a la restauración realizada en 2022 se puede observar perfectamente. La encarnación es pálida y no está dada de una manera plana y lisa, sino a base de veladuras, en las que se aprecian los trazos del pincel y las manchas azules, verdes y amoratadas dadas con tino, que dan plasticidad a la obra.

El Nazareno de Molina es una obra importante dentro del panorama escultórico regional del siglo XX que respeta la tradición iconográfica y técnica, a la par que es una obra de su tiempo, con un agravado realismo y novedad, algo que lo hace único en su simbolismo y concepción.

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